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LA ORQUESTA AMÉRICA DEL 55

Actualizado: 21 oct 2020

Gaspar Marrero


Notas al CD EGREM Rubén González con la Orquesta América del 55,

26 de marzo de 2001.


El chachachá, surgido en el ambiente hoy nostálgico de aquella Habana de 1950 – a Prado y Neptuno / iba una chiquita… - fue por entonces un soberano acontecimiento en todo el mundo, en franca competencia con los mambos de Pérez Prado y el empecinamiento de Bill Haley y sus Cometas bailando rock’n roll alrededor del reloj (one, two, three o’clock, four o’clock rock…)


Con el nuevo género, las orquestas charangas cubanas –formación musical basada en piano, violines y flauta, que nos llegaba desde finales del siglo XIX con la altanería cubana del danzón- recobraron los lugares cimeros que, en la década de 1940, acapararon los conjuntos (Arsenio, Casino, Sonora Matancera, Kubavana, Colonial) y sus voces grandes: Alberto Ruiz, Roberto Faz, Laíto Sureda, Orlando Vallejo, Nelo Sosa, Roberto Espí, Miguelito Cuní, René Álvarez y Bienvenido Granda.


De tal modo, muchas agrupaciones que apenas pasaban sin penas ni glorias, encasilladas en el danzón –género en franco proceso de decadencia, ochenta años después de su creación por Miguel Faílde- encontraron el camino hacia la simpatía popular. Con la posiblemente única excepción de Arcaño y sus Maravillas (principal exponente del danzón por los años ’40)[1] todas las charangas se entregaron por entero a la magia del chachachá.


El día 9 de marzo de 1953 una de aquellas charangas cubanas, la Orquesta América, grabó el disco sencillo que abrió el camino: Silver Star (danzón cantado) y La Engañadora (mambo rumba). Su autor, el violinista Enrique Jorrín (1926 – 1987) lanzaba así la frase antológica:


Chachachá… chachachá… es un baile sin igual… La salida de la pequeña placa, apenas 17 días después, revolucionó nuestro ambiente musical y, de la noche a la mañana, Ninón Mondéjar Y Su Orquesta América lograban el estrellato tras once años de esfuerzos desde su fundación, en abril de 1942.





Uno de los legendarios testigos de esta fascinante historia lo es el mundialmente célebre pianista cubano Rubén González (Santa Clara, 26 – 5 – 1919)[2]. Graduado en el Conservatorio de Cienfuegos (1934) abandonó sus estudios de medicina. Dos años después, en 1943, ya estaba en La Habana. Arsenio Rodríguez, El Ciego Maravilloso, (1911 – 1972) no dudó en incluir a Rubén como pianista de su famoso conjunto de sones, toda una atracción de entonces. Cuando sobreviene la época del chachachá, ya Rubén González es todo un consagrado en el piano del son.


 

[1] También llegó a ejecutar el chachachá, pero en menor medida que las demás.

[2] Falleció el 8 de diciembre de 2003.

 


La fama, a veces, cobra precios demasiado altos a quienes no están preparados para afrontarla. Tras fuertes discrepancias con sus compañeros, y apenas un año después del estreno del chachachá, Enrique Jorrín decide separarse de la Orquesta América y funda agrupación propia. Ninón Mondéjar, por su parte, acepta un contrato para actuar con la América en México. El 6 de noviembre de 1954, Benny Moré, Olga Guillot, Las Mulatas de Fuego y la Orquesta Hermanos Castro, entre otros, despiden a la Orquesta América con grandioso espectáculo en el teatro Martí, de La Habana.


Sin embargo, no todo fue color de rosa en tierras mexicanas. Dos meses después, en enero de 1955, la prensa divulgaba la noticia: la Orquesta América se había disuelto. Un grupo de sus miembros regresa a La Habana y decide reorganizarse como orquesta en Cuba.



Así comienza la historia que narra musicalmente este disco, muestra de algunas de las grabaciones realizadas por la Orquesta América Del 55. Durante poco menos de cinco años, la América Del 55 reeditó la exitosa etapa inicial del chachachá con el grupo de Ninón Mondéjar. Contaban para ello con varios de los músicos que vivieron esos días y el entusiasmo de quienes se les unieron.


La Orquesta América Del 55 estaba integrada por Rubén González (piano), Antonio Sánchez Musiquita, Ignacio Berroa, Jesús Muñiz (violines), Gustavo Tamayo (güiro), Pascual Hernández (timbal), Manuel Montejo (contrabajo), Julio Salas (tumbadora), José Cheo Junco, Armando Raymat Y Luis Calzado (cantantes).





En esta producción discográfica podrá escuchar algunos de los hits logrados por la América Del 55 durante su corta, pero singular trayectoria: Poco Pelo, La Basura, Los Marcianos Y Sube Y Baja El Telón. Verdadera peculiaridad lo constituye la versión de Cheo Junco (1915 – 1997) acerca de la conocida página El Amor Es Una Cosa Esplendorosa, con texto en español titulado Angustias De Un Querer. Y como toda una joya, dos célebres rumberos, José Emilio Maza y Carlos Embale, se unen en curiosa combinación con la orquesta en Dos Almas Y Un Guaguancó.





Como en toda charanga que se respete, el piano y la flauta alcanzan ejecuciones sobresalientes, a cargo de Rubén González Y Juanito Ramos. En particular, la experiencia ya acumulada por Rubén como pianista de grupos soneros como el de Arsenio, le nutrió lo suficiente como para acometer con éxito similar responsabilidad en el formato charanguero.


Cuando en 1960 Ninón Mondéjar –quien logró reorganizar la América en México- propuso la reunión de ambas orquestas bajo el nombre original, concluyó un breve, pero intenso capítulo de la música cubana. Tan corta existencia ha llevado a la América Del 55 al más injusto de los anonimatos.

Gracias a esta producción, usted conocerá no sólo de una etapa poco divulgada en la ya legendaria carrera de Rubén González. También descubrirá el encanto de toda una época, sintetizada en la sabrosura cubanísima de una orquesta que, al compás del chachachá, invitará siempre al baile, rescatada, con toda justicia, del oscuro final de los olvidos…







RUMBA ABIERTA


ESCRITO: GASPAR MARRERO

EDICIÓN: ANGELINA MEDINA QUIROGA


ORIGINAL DE HERENCIA RUMBERA RADIO

LIMA - PERÚ


OCTUBRE 2020


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