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"PALMIERI"

Como amante de la también llamada "Música Latina", estuvimos presentes el pasado 22 de octubre en "el Nacional de Lima" (no confundir con el añejo Nacional de La Herradura) para apreciar (ver y oir) lo mas cerca posible a "PALMIERI" (la orquesta) y a su director el pianista Eddie Palmieri. Vamos a intentar en aras de la objetividad, dejar de lado los objetivos muy merecidos por cierto, que a la mayoría de sus incondicionales e incluso a nosotros nos merecen los nombrados, tarea absolutamente imposible; para centrarnos en comentar lo que aconteció aquella noche, que sin duda resultará “inolvidable para siempre” (tomado del tema del también pianista Larry Harlow), para los no muchos aficionados que lo presenciamos. Sé que con el tiempo tal concierto se convertirá en leyenda y aunque lo vieron entre 8 y 10 mil personas, con el tiempo aparecerán 25 mil que luego diràn que estuvieron presentes. O sea un caso similar al encuentro futbolístico en que en el mismo escenario la selección peruana derrotò en 1969 a Bulgaria por 5 a 3, en maravillosa actuación; la misma que se efectuó ante 4 o 5 mil personas pero que con el tiempo muchísimos más dicen haber presenciado. Regresemos al 22 de octubre pasado.


Estuvimos desde temprano para apreciar a todos los músicos que integraban el cartel, todos invitados a la despedida (de Lima?, de la salsa?) del panameño Rubén Blades. Así pudimos comprobar que Jorge Drexler no era lo desconocido que por mi atrevida ignorancia supuse, pues comprobé que por lo menos había un par de centenares de seguidores de sus temas, que coreaban íntegramente sus canciones. No obstante, nos pareció su actuación poco menos que interminable, debido principalmente a la ansiedad por ver “lo nuestro”. Lo siguió Alejandro Sanz, quien si bien, para nuestros propósitos, felizmente abrevió, debemos reconocer que sus muchos seguidores, incluyendo a nuestra hija que nos acompañó, se sintieron defraudados por lo corta de su presentación. En lo musical considero que respondió a su reconocido prestigio y sorprendiéndonos (creo que a nosotros solamente pero no a sus seguidores) con una espectacular banda que interpretaba muy bien los ritmos latinos, incluyendo a unas instrumentistas morochas que eran tan hermosas como buenos músicos. Y llegó la hora.


Seguramente más de un acucioso seguidor ya habrá mencionado la hora exacta de ingreso e Eddie Palmieri a tarima y si lo hizo con el pie izquierdo o el derecho (no dudo que fue el segundo), vayamos a lo musical. Mientras “PALMIERI! (la orquesta) se acomodaba, apareció Eddie Palmieri dirigiéndose a su instrumento y recibiendo cálidas muestras de cariño y admiración que lo obligaron a acercarse al filo de la tarima a corresponder el saludo de sus incondicionales. Quedando todo listo, el maestro se dirigió al respetable manifestando su gusto por estar en el país, e informó que iba a arrancar su concierto con un tema instrumental dedicado a su fallecida esposa, Luz. Así tuvo un breve introducción y por ahí aunque tímidamente se escucharon unos silbidos del sector que estaba ubicado en, o cerca a, la Tribuna de Oriente, por un momento la sombra de 1990 se nos vino a la mente, pero felizmente de inmediato irrumpió PALMIERI (la Orquesta), y desde el primer acorde presentimos que estábamos frente a una actuación de esas.


Las semanas, días, y finalmente horas previas al concierto quedaron atrás, y se vino el vendaval musical, arrancando con “Pa la ocha tambó” (que significa?…no sé, era lo que menos importaba). Los días previos, todos los “salseros”, tanto de viejo como de nuevo cuño (estos los más espectaculares) no tenían más palabra que “Palmieri” para nombrar lo esperaban paa esa noche, para los más nuevos, su espera era por ver, tocar, besar, fotografiarse, con el maestro Eddie; los otros, los “viejos”, cuando decían Palmieri se referían a “PALMIERI”; ninguno se sintió defraudado. Para nosotros, lo que más destacó, y consecuentemente gustó, aquella noche, fue el sonido de “PALMIERI”, obviamente con un gran mérito (pero no exclusivo) del viejo Eddie, desde la selección de temas y músicos, hasta obtener de estos lo mejor de sí para llegar a ese magnífico “sonido organizado de su orquesta” (ahora nos tocó el turno de parafrasear a Tito Rodriguez en “Esta es mi orquesta”). Así fueron sucediéndose temas a cual mejor interpretado que el otro, “Pa huelé”, “Palo pa rumba”, “Muñeca” (muy esperada), “la malanga” (sensacional), “Oye lo que te conviene” (grande Renzo Padilla sosteniendo el coro durante los solos de los instrumentistas), “vámonos pal monte” y el clásico final “camagüeyanos y habaneros”. Concierto de altísima calidad. Recuerdo pocos conciertos que nos han dejado tan satisfechos (Héctor Lavoe con el estandarte, Willie Rosario en el Callao, Fania la primera más que la segunda vez, Tito Puente, y alguno más). Toca ahora referirnos a quienes conforman “PALMIERI” en adición al Maestro. Vimos a Herman Olivera “encaballado” (alguien mencionó poseído). El también llamado “Sonero del siglo XXI”, (título que va dejando su lugar a uno más representativo como lo es “La voz del caribe”) parecía una tromba capaz de llevarse por delante a quien se le oponga (¿Rubén?). Muy, pero muy, superior a como lo hemos visto en otras presentaciones en Lima. Su irrupción, bien al “chasqui” (terno blanco) como diría la “gente vieja”, fue espectacular; a su lado comportándose a la altura de las circunstancias nuestro compatriota Renzo Padilla, de una sencillez que lo engrandece, (recordamos que nos levantó el pulgar desde la tarima al advertir que con nuestro índice derecho le señalábamos que en el pecho llevábamos el escudo aliancista). En la percusión, la experiencia del Pequeño Johnny y la calidad del carismático y no menos virtuoso Nicky Marrero se complementó con la juventud y arrollador baqueteo de Camilo Molina; en tanto que los vientos, uno de los fuertes de la orquesta sonaron muy en caja; tanto el “Sonero del Trombón” Jimmy Bosch como su colega John Fielder, muy afiatados, asi como Jonathan Powell (trompeta) y Louis Fouche (saxo). Cabe aquí hacer mención a esos “bocinazos”, clásicos en la banda, que preceden a los solos percusivos y que en cualquier orquesta sonarían como el claxon de 10O vehículos, pero que interpretados por “PALMIERI” suenan totalmente armónicos. En el ritmo es notable la comprensión de Nelson González con todo su experiencia, en el tres, y el joven Luques Curtis, al bajo. En conjunto brindan un gran soporte musical, que fue evidenciado durante el concierto las veces que el maestro Palmieri abandonó su instrumento para interactuar con sus seguidores o con otros miembros de la banda, manteniéndose la base rítmica en la que destacó nítidamente Curtis en solos de bajo que resultaron un deleite. Si tuviera que elegir un instrumentista destacado en la banda esa noche, me quedaría con el trabajo de Luques Curtis.


Terminada la presentación de PALMIERI, quienes habíamos gozado de la misma nos encontrábamos aun en estado de shock cuando empezó el turno de la figura estelar de la noche (por el horario) y sinceramente como que le tocó “bailar con la más fea” pues el set inicial de su actuación lo realizó con el grupo Editus, con música que no es precisamente compatible con los que se había escuchado precedentemente, pero poco a poco Blades fue asentándose como se esperaba y ya con el muy buen acompañamiento de la orquesta de Roberto Delgado nos brindó un concierto muy en lo suyo. Nos gustó mucho la interpretación del bolero son “El pasado no perdona”, su nuevo tema “Cain” y un nuevo arreglo de la composición de nuestros compatriotas Cesar Miró y Alcides Carreño, o sea “Todos vuelven” (Volverá Blades?. Se corren apuestas).Finalmente, decir que valió la pena esperar, mejor dicho ansiar, muchos años para volver a ver en tarima a PALMIERI. Decía Eddie Palmieri en son de broma que como había estado ausenté 26 años, esperaba que lo inviten los próximos 26 años por lo menos, con que sea el 2017 nos contentamos.


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